-Mira, a mí no me gustan las rutinas, y no quiero que te conviertas en una.
+¿No?
-No.
+¿Entonces qué quieres?
-Quiero que seas imprevisible. Quiero que contigo existan las casualidades, que nos crucemos de casualidad por los pasillos, pillarte casualmente sonriéndome, que suene esa canción y buscarnos mutuamente. No verte un día y preguntarme donde te has metido. Eso es lo que quiero.
(MP)
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