-¿A qué le tienes miedo?
Yo dije que a nada. No me daban miedo los bichos (avispas, arañas…), ni los animales salvajes, ni las serpientes, ni caerme, ni hacer el ridículo, ni siquiera temía a la mismísima muerte. No tenía miedo a nada.
Sin embargo, el otro día me volvieron a hacer esa pregunta. Pero esta vez la respuesta fue diferente.
-¿A qué le tienes miedo?
-A que me hagan daño. No físico, sino psíquico. Tengo miedo a las mentiras, a las traiciones. Tengo miedo a que me destruyan por dentro. Tengo miedo de que me arranquen el corazón y de no poder volver a recuperarlo. Tengo miedo del mismísimo miedo.
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