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miércoles, 25 de enero de 2012

Las cosas no suceden de casualidad.

Sábado noche. Todo indica que va a ser una gran noche. Ella, con su vestido nuevo, su maquillaje, su melena negra y sus taconazos también lo cree. Sale de casa con la sonrisa puesta, esta noche promete. Camina despacio, decidida, segura, llega a su destino y entra. De repente el tiempo pasa lento, todos la miran, pero ella solo se fija en uno de ellos. Camina segura hacia la barra, y pide una coca-cola. Bebe despacio, tranquila, se gira. Él la está mirando. Ella sonríe y va con sus amigas. Comienza a bailar, a reír, y él no le quita el ojo de encima. De repente, el volumen de la música sube, ella lo mira, él la mira, y ambos caminan a encontrarse uno con el otro. Se miran a los ojos, y ocurre. 
(MP)

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